Recomendaciones de la nutrición energética
Para lograr calentar el cuerpo:
Consumir cereales, legumbres, verduras a diario con cocciones largas como estofados, vapor o presión. De esta manera también se logra realzar el sabor dulce de las verduras.
Incluir especies que calienten el organismo: canela, clavo, jengibre, nuez moscada. También van bien los condimentos que refuerzan los órganos digestivos como el miso, el tamari o salsa de soja.
No cenar platos fríos como ensaladas, fruta, queso y yogur. Intentar tomar una crema de verduras de temporada, verduras cocidas o estofadas, pescado guisado y sin mucho aceite.
Evitar los alimentos que enfrían el cuerpo en exceso:
El alcohol; aunque proporciona sensación de calor, éste se dispersa hacia la superficie, y hace que luego aparezca sensación de frío.
Algunas especies, como la pimienta, el curry y la mostaza, enfrían el organismo.
Las frutas tropicales, como la piña, la papaya, el mango, el plátano; frutas que se consumen en regiones con climas calurosos.
Leche y derivados; cuando hay frío interno, estos alimentos proporcionan una energía fría y se recomienda no abusar. Para alcanzar una buena aportación de calcio se puede seguir una dieta rica en verduras, frutos secos y cereales integrales.
Ensaladas, y otros alimentos que se consumen fríos.
Pasta, arroz, pan, galletas. No es un secreto que en invierno tendemos a comer alimentos muy densos, carbohidratados, muy cargados de calorías. De alguna forma es como si nos ayudasen a pasar mejor el frío, o eso pensamos. Algunos estudios incluso afirman que llegamos a consumir 200 calorías más al día en comparación con otras épocas del año.
El motivo de este deseo inconmensurable hacia los alimentos calóricos se debe, según los expertos, a un comportamiento inherente, propio de la memoria de nuestros genes de épocas de subsistencia para mantener el calor propio del cuerpo a través de la comida. También está la teoría que sostiene que el motivo de este deseo hacia la abundancia es el descenso de las horas de luz del día y que los días son más cortos durante el invierno. También hay una relación entre la parte emocional condicionada por la parte estacional, en la que se tiende a presentar un estado de ánimo más bajo respeto de las épocas de calor y de sol. Todos estos factores hacen que algunos de nosotros nos decantemos por el consumo de alimentos ricos en hidratos de carbono.
La clave para comer lo que el cuerpo realmente necesita
La clave de todo radica en la elección de los alimentos. Si lo que tenemos es sensación de frío interno y queremos mantener el calor propio del cuerpo, debemos buscar alimentos que ayuden a calentar el organismo, no tanto por el peso calórico que tienen, sino porque generan calor en el organismo. La experta en alimentación energética Montse Bradford comenta en su libro La alquimia en la cocina que el calor interior se genera cuando aportamos alimentos como, por ejemplo, cereales integrales, legumbres, frutos secos, y utilizamos ciertos tipo de cocción, como, por ejemplo, los estofados.
De todas formas, debemos observar nuestro cuerpo porque muchas veces, aunque estemos en épocas de frío lo tenemos extremadamente caluroso; y a la inversa, en épocas calurosas puede ser que nuestro organismo tenga frío interno. Es cuando hay frío interno que pueden aparecer síntomas tan típicos como flatulencias, digestiones lentas, sensación de tripa hinchada, problemas de estreñimiento. Para mejorar la situación debemos aportar alimentos que generen calor para mejorar la función de los órganos que intervienen en la digestión.
Fuente: La alquimia en la cocina, Montse Bradford (Editorial Océano Ambar).