Las ventajas de la lactancia materna son numerosos tanto para el bebé como para la madre. Por ejemplo, la leche materna es la mejor fuente de nutrición para un bebé recién nacido, ya que muchos de sus componentes ayudan a protegerlo contra infecciones y enfermedades; las proteínas de la leche materna se digieren más fácilmente que las de la leche de fórmula o la leche de vaca; el calcio y el hierro de la leche materna también son más fáciles de absorber; además, contiene factores de crecimiento, citoquinas y hormonas, y ofrece muchas ventajas respecto a las leches de fórmula, a la de vaca o a la proteína de soja.
Las ventajas de la lactancia materna para el bebé y para la madre
La Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de dos años de lactancia materna para todos los bebés: durante los seis primeros meses, lactancia materna exclusiva y, después, acompañando la introducción de los alimentos. La lactancia materna se asocia con un mejor rendimiento y desarrollo cognitivo, y también con una incidencia y gravedad más bajas de la diarrea, otitis media e infecciones respiratorias. La lactancia exclusiva durante un mínimo de seis meses se asocia con menos incidencia de enfermedades alérgicas en lactantes de riesgo (bebés con al menos un familiar de primer grado con alergia) y también con menos obesidad en la infancia y la adolescencia, así como con menos hipertensión e hipercolesterolemia en la edad adulta.
En cuanto a la madre, la lactancia materna también se asocia con una disminución del riesgo de cáncer de mama y de ovario en el periodo premenopáusico, y de las fracturas de cadera y osteoporosis en el periodo posmenopáusico.
Un estudio británico ponía de manifiesto que las leches de fórmula contienen aluminio, un metal potencialmente perjudicial para el bebé. El contenido de aluminio de una serie de fórmulas para lactantes es particularmente elevado, sobre todo en el caso de los preparados para prematuros y las leches de soja diseñadas para los niños con alergia o intolerancia a la leche de vaca. Las conclusiones del estudio original van más allá y señalan que, “aunque durante años se ha sabido que las leches de fórmula están contaminadas con cantidades significativas de aluminio, no hay ninguna evidencia de que los fabricantes de estos productos lo consideren un tema importante relacionado con la salud”.Aluminio en las leches de fórmula
¿Igual de buenas?
La afirmación “Los preparados para lactantes son tan buenos como la leche materna” no es cierta. Los resultados que se han obtenido en los países desarrollados difieren sustancialmente entre quien ha utilizado leche de fórmula y quien ha recurrido a la lactancia materna. Para los bebés, la leche materna significa menos enfermedades infecciosas, gastroenteritis, neumonía… así como una disminución del riesgo de obesidad infantil, diabetes tipo 1 y tipo 2, leucemia y el síndrome de muerte súbita del lactante. Para las madres, el hecho de amamantar se asocia con una disminución de la incidencia de cáncer de mama premenopáusico, cáncer de ovario, y menos peso gestacional retenido, diabetes de tipo 2, infarto de miocardio y síndrome metabólico. Los obstetras y parteras están en una posición única para aconsejar a las madres sobre el impacto de la lactancia materna en la salud y para velar porque madres y bebés reciban la atención adecuada, basada en la evidencia, a partir del nacimiento.
En comparación con los niños alimentados con leche de fórmula, los bebés amamantados con leche materna se enfrentan a un riesgo más bajo de enfermedades infecciosas en el primer año de vida. Estas diferencias pueden explicarse por los factores de inmunidad innata (anticuerpos IgA) que tiene la leche materna y que ofrecen protección contra la infección. Además, tiene oligosacáridos, que impiden la adhesión de patógenos respiratorios comunes, como la Haemophilus influenzae y el Streptococcus pneumoniae, en el epitelio respiratorio, y glicoproteínas, que impiden la unión de patógenos intestinales como el Vibrio cholerae, la Escherichia coli, y el Rotavirus.
La doctora Imma Pablos, del equipo de pediatría territorial del Alt Penedès lo dice bien claro: “Ya hace un tiempo que se está intentando cambiar la mentalidad de los medios y de toda la sociedad. La lactancia materna o natural no conlleva ningún beneficio ni nutricional ni de ningún tipo a nadie porque es lo que es normal en nuestra especie. El problema es que las leches de fórmula conllevan un riesgo para la salud de todos (del bebé en primer lugar, pero también para la madre, para la sociedad y para el medio ambiente). Lo más bonito que he oído últimamente −de una psiquiatra infantil y perinatal que también tiene una web: Ibone Olza− es que la lactancia es el sistema del que nos dota la naturaleza para proteger nuestra especie, no solo nutritivamente, sino en la generación del vínculo y el apego, que sería lo que hace que los progenitores cuidemos de nuestras crías por encima de nuestra vida. Con el amamantamiento no lo tenemos ni que pensar, se genera solo; a las madres que dan leche de fórmula debemos recomendar que cojan al niño tanto como puedan para producir este vínculo con el contacto”.
¿Leche materna o de fórmula?
La decisión de amamantar o alimentar con fórmula es una decisión muy personal. Para muchas mujeres, la decisión de amamantar o alimentar con fórmula se basa en su nivel de comodidad, estilo de vida y las consideraciones médicas específicas que puedan tener. Para las madres que no pueden amamantar o que deciden no hacerlo, la fórmula infantil no es la única alternativa. Y aunque sí hay algunas mujeres que realmente no pueden amamantar, muchas de las que lo piensan, sí pueden. Hay centros con asesores en lactancia que dan apoyo a las madres que lo necesiten. Si realmente no se puede amamantar, están los bancos de leche o leche de donantes como alternativa en casos especiales, como los muy prematuros, por ejemplo.