Pruébalo
- Sigue una dieta rica en nutrientes antioxidantes (vitamina C, betacaroteno, licopeno, proantocianidinas) presentes en las verduras y frutas ecológicas y de temporada como fresones y frutas del bosque, cerezas, albaricoques, melón y sandía, alcachofas, apio, tomates, puerro…
- Consume cereales integrales ecológicos (ricos en vitaminas del grupo B, vitamina E, magnesio, calcio y hierro), algas (ricas en muchos minerales como el calcio y el hierro), proteína vegetal como la legumbre, la quinoa, y proteína animal como el pescado fresco (rico en omega-3, en el caso del pescado azul) y escoged fuentes ricas en ácidos grasos esenciales (omega-3 y omega-6) como los frutos secos y las semillas oleaginosas.
- Destierra de tu dieta el azúcar refinado presente en los alimentos industrializados y de pastelería y decántate por dulces más naturales como la fruta fresca o deshidratada y productos que contengan melazas de cereales. También elimina el exceso de grasas saturadas reduciendo el consumo de carne, embutidos y quesos.
- Si buscas una mayor protección, desde dentro, puedes complementar la dieta con betacaroteno de fuente natural, procedente de la alga Dunaliella salina y con complementos ricos en colágeno y ácido hialurónico. Lograrás una buena hidratación y elasticidad de la piel. Otro buen complemento es el agua de mar.
- Protege la piel por fuera con cosméticos de calidad dando preferencia a los que presentan el sello ecológico, ya que nutren y dejan respirar correctamente. Por lo que respecta a los protectores solares, decántate por los que contienen filtros minerales o físicos formados por partículas minerales como el óxido de titanio y el óxido de zinc. Éstos actúan desviando o reflejando las radiaciones y creando un efecto de barrera.
- También es importante que te asegures una buena hidratación de la piel con aceites vegetales de buena calidad, como por ejemplo el aceite vegetal de rosa mosqueta, de sésamo o de jojoba, que ayudan a regenerar y a hidratar la piel. Con todos estos consejos podrás lucir una piel saludable todo el año.
¿En qué hemos fallado? ¿Nos hemos excedido en la comida? ¿No la hemos cuidado bastante bien? ¿O es que quizá empiezan a aflorar los efectos negativos de la exposición continuada al sol de los últimos años?
La piel no solo es la capa que nos cubre y nos hace de barrera del medio externo: está directamente relacionada con el sistema inmunitario y el sistema nervioso. Aparte de ser el órgano más grande del cuerpo que respira, limpia las impurezas y regula la temperatura corporal; también nos proporciona mucha información sobre cómo estamos físicamente y cómo nos sentimos emocionalmente. La exposición al sol, el estrés, las toxinas acumuladas o la mala alimentación son factores que pueden desencadenar muchos problemas de piel: eccema, acné, manchas… Alimentación saludable, oxigenación, descanso y cosméticos de calidad son los principales elementos que debemos tener en cuenta todo el año, sobre todo en verano, para proteger la piel adecuadamente.
¿Qué necesita tu piel?
Para saber lo que necesita la piel necesitamos conocer los principales componentes que la forman: colágeno, elastina, ácido hialurónico, agua y grasa. El colágeno y la elastina son sustancias proteicas, que forman parte estructural, necesarias para tener una piel hidratada, tersa y flexible; el ácido hialurónico es un polisacárido (constituido por cadenas de hidratos de carbono complejas) que forma parte de la matriz dérmica y tiene la capacidad de retener agua proporcionando hidratación, suavidad y firmeza.
Tanto el agua y la grasa deben estar en equilibrio y son componentes fundamentales para lograr una piel hidratada y luminosa. El paso de los años (a partir de los 25 años), el exceso de sol y los otros factores antes mencionados favorecen la pérdida de colágeno, elastina y ácido hialurónico, y desestabilizan el delicado equilibrio agua-grasa. Uno de los síntomas más visibles de su descenso es cuando nos miramos al espejo y percibimos las primeras arrugas, manchas y piel seca. Uno de los principales culpables de este envejecimiento precoz de la piel es el exceso de radicales libres (moléculas muy inestables). Aunque el cuerpo dispone de una batería de nutrientes antioxidantes para neutralizarlos, a veces no es suficiente.
Pero, además del sol, también debemos procurar eliminar los azúcares refinados de la dieta. Hay muchos estudios científicos, como éste publicado en el Clinics in Dermatology, en el que se ve que aceleran el proceso de envejecimiento de la piel. Cuando comemos, el cuerpo transforma los hidratos de carbono y el azúcar refinado en glucosa. Si esta glucosa es excesiva, no puede llegar a las células a través del vehículo de transporte habitual y tiene que utilizar moléculas de proteínas. Esta unión indebida recibe el nombre de glicación y se produce sobre el colágeno y la elastina de la piel, por lo que aparece flacidez y descolgamiento, un proceso que se estimula también con la presencia de luz ultraviolada en la piel.
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