Pruébalo

  1. Si nunca has hecho deporte y quieres empezar a practicarlo o bien empiezas la temporada deportiva, hazte una buena planificación nutricional y refuerza la dieta con un complemento multivitamínico y mineral de fuentes naturales.
  2. Si llevas una época de mucho estrés incorpora alimentos como los cereales integrales (ricos en vitaminas del grupo B), almendras, avellanas, legumbres, dátiles (ricos en magnesio) y puedes reforzar la dieta con un complemento rico en vitaminas del grupo B y en magnesio.
  3. Si trabajas mucho con el ordenador y al terminar el día te notas los ojos cansados ​​ten en cuenta en tu dieta el consumo de alimentos ricos en antioxidantes como frutas y verduras y también el consumo de pescado azul. Además, refuerza la dieta con un complemento rico en antioxidantes como la luteína y la zeaxantina y DHA, ácido graso de la familia omega-3.
  4. Recuerda que todos estos consejos son a nivel general, por lo tanto, si buscas más información te recomendamos que te dejes asesorar por profesionales de la salud. Hoy en día puedes encontrar muchos centros especializados en complementación natural.

Cuando nos preguntamos si nos encontramos bien, ¿qué contestamos? Algunos respondemos a esta pregunta diciendo que nos sentimos con mucha energía aunque tenemos muchos problemas intestinales, pero… ¡es normal! ¡Con un cortado lo solucionamos todo! Otros comentamos que no nos duele nada a pesar de que nos vamos arrastrando como podemos y, para compensarlo, vamos tirando a base de tazas de café con azúcar y bebidas de cola… pero, claro está, ¡es por culpa del trepidante ritmo de vida estresante de la sociedad!

Ya hemos comentado en numerosas ocasiones que las carencias nutricionales pueden causar la aparición de enfermedades muy graves. Antiguamente, por ejemplo, una carencia de vitamina C causaba el escorbuto (enfermedad que padecían muchos marineros), el beriberi aparecía como consecuencia de un déficit de vitamina B1 (tiamina), la pelagra por déficit de vitamina B3 (niacina )… Pero lo que no acabamos de entender es que podemos tener insuficiencias nutricionales sin llegar a un estado de carencia, que se manifiesta en cansancio, fatiga, migrañas, problemas intestinales, eczemas, problemas de fertilidad… Desequilibrios que vemos como algo habitual y normal de nuestros tiempos; “Etiquetas crónicas” que nos hemos puesto pero que, en parte, son consecuencia directa de una mala alimentación sin llegar a presentar carencias nutricionales. De hecho, muchos científicos aseguran que los males más importantes que afectan a la sociedad occidental están relacionados con la dieta (enfermedades cardiovasculares, alteraciones metabólicas, cáncer…). Afortunadamente, la alimentación es un factor externo que podemos modificar y mejorar y sabemos que, corrigiéndola, podemos obtener una gran mejora de la salud y también podemos actuar en la prevención de futuras enfermedades.

 

Las tablas CDR

Hoy en día disponemos de unos niveles de referencia de dosis mínima de nutrientes establecidos por organismos de salud oficial que se engloban en las famosas tablas CDR, siglas que significan Cantidades Diarias Recomendadas y que se centran exclusivamente en la prevención de deficiencias nutricionales en grupos de población. A pesar de su utilidad, no tienen en cuenta la ingesta óptima para una persona en una circunstancia concreta de su vida como puede ser el crecimiento, el ejercicio intenso, la época reproductiva, el embarazo, el estrés… Tampoco tienen en cuenta los efectos que tienen en el organismo los aditivos alimentarios, la acumulación de metales pesados ​​como el plomo y el mercurio, la acumulación de contaminación ambiental, los efectos del consumo de alcohol y de otros químicos y sustancias tóxicas que interfieren en el correcto funcionamiento de los nutrientes.
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Actualmente nuestros amigos y nosotros mismos no presentamos síntomas de escorbuto ni de beriberi pero sí tenemos síntomas que corresponden a insuficiencias nutricionales y que comprometen el funcionamiento óptimo del organismo: insomnio, malas digestiones, estreñimiento, infertilidad, bajo estado de ánimo, anemia, ansiedad… Para conseguir un estado de salud ideal, nuestro organismo necesita una cantidad óptima de nutrientes esenciales para que cada una de nuestras células lleve a cabo sus funciones con total normalidad. Sabemos que las dosis mínimas establecidas de nutrientes nos aseguran que no vamos a desarrollar escorbuto o beriberi pero no aportan las condiciones de salud óptima para que el organismo luche contra las enfermedades que no son propiamente carenciales. Por ello, además de ser cuidadosos con la alimentación y escoger productos de buena calidad −a ser posible de procedencia ecológica y local−, la complementación alimenticia llega donde no puede llegar la alimentación, aportando a cada una de nuestras células los nutrientes que necesita provenientes de fuentes naturales. En función de nuestras necesidades bioquímicas particulares y de los requerimientos del momento será conveniente tomar un tipo u otro de refuerzo nutricional. Además, muchos estudios demuestran que el nivel óptimo de muchos nutrientes, sobre todo en cuanto a los nutrientes antioxidantes, como son las vitaminas C y E, el betacaroteno y el selenio, es más elevado que las actuales CDR.

 

Jordina Casademunt

Nutricionista

    @jordinacasa
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